Lamentablemente, se dan muchos casos en los que cuando los padres se separan, dejan de participar de manera activa en la vida de sus hijos.
La maternidad y la paternidad son una aventura
Además de educar a los hijos, hay que saber estar presentes emocionalmente, para enseñar con el corazón, sabiendo establecer limites, brindando el ejemplo, “con gracia y soltura” -como dirían las mamás de antes- pero sobre todo con el compromiso de saber que estamos educando seres humanos para la vida.
Enseñándoles a disfrutarla, a no darse por vencidos, a creer, a aprender de los errores, a caminar sin miedo.
La presencia física y emocional de los padres en la vida de los hijos (cuándo son sanas figuras de amor y autoridad) les da seguridad y les permite enfrentar la vida de una manera más resolutiva.
Bravo por esos papás y mamás de hoy que están seriamente comprometidos (gracias a Dios por ello) con sus hijos. Un doble reconocimiento a quienes ejercen la paternidad o la maternidad solos, bravo por su entrega, al ser todos los días un hermoso ejemplo para sus hijos.
Ser papá o mamá sin pareja es una verdadera pobreza. Si entre dos (en el matrimonio) es difícil educar a los hijos , para cada mamá o papá solo es triplemente complicado.
Papá, mamá, no pierdas jamás el rumbo, aun cuando parece que todo sucumbe, recuerda: eres un peldaño fuerte y firme en la vida de tus hijos.